El llamado Siglo de Oro, es el período histórico y literario más importante de España, que sucede a la Edad Media en Europa, conocido como el Renacimiento, y comprende todo el siglo XVI [2]. Los escritores del Renacimiento adoptaron como modelos que debían ser imitados a los escritores de la antigüedad clásica, y a grandes italianos del siglo XIV, como Dante y Petrarca[3]. La filosofía que más influye en ese período es el Neoplatonismo, para quienes todas las cosas son un reflejo de la Belleza, es decir, de la Divinidad, porque el hombre es un ser imperfecto y busca elevarse por medio de la contemplación de las cosas bellas, como la naturaleza, el arte, la mujer, y el amor intelectual y puro, no pasional, en donde el hombre es la medida de todas las cosas, por ello los poetas cantan al amor humano.
Con Garcilaso De La Vega[4] (1501-1536), se inicia ese siglo. Es un poeta petrarquista, tanto en la forma (nuevos versos y estrofas) como en el contenido (neoplatonismo). Adapta las formas italianas, utilizando el verso endecasílabo y los recursos típicos de la poesía italiana como el soneto, terceto, la canción, la lira, la rima interna y los versos sueltos, que reflejan el estilo y tono de la poesía neolatina del Renacimiento.
De las características más importantes de la poesía de Gracilazo se destacan: la búsqueda de la perfección, la musicalidad, la suavidad, el equilibrio y la elegancia en el estilo, que son marcas renacentistas. Observamos en los sonetos el cuidado de la forma; sin embargo ello no debía ser más importante que la emoción lírica y la comunicación de sentimientos, lo que le imprime a su poesía un tono intimista o solipsista.
Con Garcilaso De La Vega[4] (1501-1536), se inicia ese siglo. Es un poeta petrarquista, tanto en la forma (nuevos versos y estrofas) como en el contenido (neoplatonismo). Adapta las formas italianas, utilizando el verso endecasílabo y los recursos típicos de la poesía italiana como el soneto, terceto, la canción, la lira, la rima interna y los versos sueltos, que reflejan el estilo y tono de la poesía neolatina del Renacimiento.
De las características más importantes de la poesía de Gracilazo se destacan: la búsqueda de la perfección, la musicalidad, la suavidad, el equilibrio y la elegancia en el estilo, que son marcas renacentistas. Observamos en los sonetos el cuidado de la forma; sin embargo ello no debía ser más importante que la emoción lírica y la comunicación de sentimientos, lo que le imprime a su poesía un tono intimista o solipsista.
De las características más importantes de la poesía de Gracilazo se destacan: la búsqueda de la perfección, la musicalidad, la suavidad, el equilibrio y la elegancia en el estilo, que son marcas renacentistas. Observamos en los sonetos el cuidado de la forma; sin embargo ello no debía ser más importante que la emoción lírica y la comunicación de sentimientos, lo que le imprime a su poesía un tono intimista o solipsista.
Contrastando los dos períodos, se puede definir el Renacimiento (1492-1598) como un período abierto, es decir, internacional, pagano, neo-clásico, italianizante y alegre. El Barroco (1598-1700) en tanto, es un período cerrado, nacionalista, hispanizante, cristiano, decadentista y de desengaño. En este período se produce el renacimiento de las letras clásicas y el énfasis en lo secular, lo pagano y lo humano, incorporando el Humanismo, donde se afirma la dignidad del hombre y su capacidad de superación, por medio de la razón, pero también el placer de las cosas terrenales, lo mundano, lo carnal, que se refleja en la cultura y en casi todas las artes[8]. Es un arte contradictorio, de desorden y de incertidumbre. Sin embargo, no puede clasificarse de bueno o malo en sí mismo, sino producto del descontento con las formas del pasado. Tampoco, según Wellek, el término barroco, puede ser reducido a un período o estilo específico, debido a que puede ser determinado tanto por el estilo, por una parte, y por las categorías ideológicas o actitudes emocionales, por otra, que al combinarse manifiestan una definida visión del mundo.[9]
En ese sentido, el barroco literario, en líneas generales[10], siguen principalmente dos movimientos diferentes que recargan el estilo para conseguir mayor belleza o significación: el culteranismo y el conceptismo. Quevedo y Góngora son los máximos representantes de estos movimientos culturales.Por un lado, el culteranismo se preocupa fundamentalmente por la forma, y sus recursos son el cultismo, perífrasis, metáforas, retruécano y el hipérbaton. Se utiliza sólo el verso con profusión de metáforas y el uso exagerado del hipérbaton. Se considera un arte de minorías por su lenguaje oscuro. Unos, como Quevedo, quien cultiva la crítica, proponiendo modelos de conducta, tienen un sentido pesimista y sus obras tratan sobre la vanidad y lo transitorio de las glorias humanas; otros, como Góngora, dan mucha importancia a las formas artísticas.
El conceptismo, por su parte, y cuyo mayor representante fue Francisco de Quevedo Villegas (1580-1640), profundiza en el sentido o concepto de las palabras, ponen más énfasis en el fondo y las palabras, en sus múltiples significaciones. Se utilizó en el verso y en la prosa. Se puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas. Sus recursos frecuentes son las metáforas, no para embellecer, como el culteranismo, sino para impresionar la inteligencia en la utilización de una misma palabra con significados diferentes, o decir mucho con pocas palabras. El estilo es breve y conciso, que se logra mediante la elipsis, antítesis, frases o ideas, con el fin de agudizar la mente.
En ese sentido, el barroco literario, en líneas generales[10], siguen principalmente dos movimientos diferentes que recargan el estilo para conseguir mayor belleza o significación: el culteranismo y el conceptismo. Quevedo y Góngora son los máximos representantes de estos movimientos culturales.Por un lado, el culteranismo se preocupa fundamentalmente por la forma, y sus recursos son el cultismo, perífrasis, metáforas, retruécano y el hipérbaton. Se utiliza sólo el verso con profusión de metáforas y el uso exagerado del hipérbaton. Se considera un arte de minorías por su lenguaje oscuro. Unos, como Quevedo, quien cultiva la crítica, proponiendo modelos de conducta, tienen un sentido pesimista y sus obras tratan sobre la vanidad y lo transitorio de las glorias humanas; otros, como Góngora, dan mucha importancia a las formas artísticas.
El conceptismo, por su parte, y cuyo mayor representante fue Francisco de Quevedo Villegas (1580-1640), profundiza en el sentido o concepto de las palabras, ponen más énfasis en el fondo y las palabras, en sus múltiples significaciones. Se utilizó en el verso y en la prosa. Se puede definir como una agudeza mental que da preferencia a las ideas. Sus recursos frecuentes son las metáforas, no para embellecer, como el culteranismo, sino para impresionar la inteligencia en la utilización de una misma palabra con significados diferentes, o decir mucho con pocas palabras. El estilo es breve y conciso, que se logra mediante la elipsis, antítesis, frases o ideas, con el fin de agudizar la mente.
En ¡Cuán frágil es la vida!, Quevedo desarrolla la idea de la brevedad de la vida y su carácter pasajero. Aunque fue una idea que tocan todos los poetas desde la Edad Media; en la época barroca conduce a un sentimiento de desolación y desengaño. Sobre todo por una visión pesimista sobre la vida breve y fugaz: “(…) ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!(…)”, donde el hombre es un ser aquejado de miserias y pasiones, y cuyo fin es la muerte. La renuncia sólo puede resolverse con la muerte. Hatzsfeld le llama el concepto barroco del tiempo-eternidad, que es fundamental en el ser del hombre barroco.( Hatzfeld: 116)
A manera de conclusión, las diferencias entre el Renacimiento y el Barroco, pudieran centrarse en la visión que se tiene del mundo, es decir, optimista o pesimista, respectivamente. Con respecto a las clasificaciones, Wellek dice que: “Probablemente sea necesario abandonar los intentos de definición del barroco en términos puramente estilísticos. Hay que reconocer que todos los artificios estilísticos pueden aparecer en casi todas las épocas.” (Wellek: 84). ¿Es posible, entonces, reconocer “el alma barroca” entre Garcilaso y Quevedo? Siendo ambos de épocas diferentes, no obstante, se observa en sus poesías cierta unificación de la sensibilidad, lo cual es estimable en todo poeta, donde ocurre una suma de lo emocional y lo intelectual. Gacilaso y Quevedo nos muestran, cada uno en su estilo y época, una visión compartida con un trasfondo metafísico ¾ equivalente al claroscuro que se aprecia en la plástica y en el teatro en la “mutua elucidación de las artes”; a ese aspecto se refiere H. Hatzfeld como “el espíritu de época”, y que es necesario para comprender el barroco.
En ese sentido, según mi apreciación, y de acuerdo a lo expresado por Wellek, en cuanto al problema de enmarcar a un autor dentro de un período o estilo determinado, o definir cada período[11], Gacilaso no pareciera encajar en la concepción general del pensamiento renacentista, lo que hace pensar ( y constituye una disgregación de mi parte) con relación a si Gacilaso, que indiscutiblemente es del Renacimiento, no fue más bien un adelantado, que lo acerca más al Barroco. Tal apreciación proviene de lo que hemos venido diciendo sobre el barroco, de manera reiterada por Wellek. También es importante lo que al respecto dice H. Hatzfeld: “Es sabido que las nociones ideológicas sobre la vida correspondientes a una determinada época se manifiestan de modo análogo en los motivos literarios y plásticos: las formas internas de cultura, conceptuales y fundamentales, se exteriorizan a través de medios diferentes, pero con recursos estilísticos similares, desde el momento en que las humanas actitudes y las respuestas simbólicas a los misterios de la vida han de encarnar necesariamente en signos verbales e iconográficos paralelos” (Hatzfeld: 108), lo cual concuerda con lo dicho por Wellek.
Es importante, entonces, también considerar, digamos “la vigencia” de ese espíritu en nuestra época; tal apreciación proviene de una sensación de paralelismo con la inconsistencia del mundo actual, la desesperanza, la melancolía, y en fin, por la sensación de abandono; lo que significaría que el espíritu barroco corresponde más que a una época, a una visión del mundo en el que cada quien vive, y que como en el pasado, sirve para justificar cierta sensibilidad artística que mitigue las tristezas de la vida, y principalmente, el horror de la muerte y la certeza de lo ínfimo del ser.Fuente:
http://reflexionesliterarias-odisea.blogspot.com/2007/02/el-renacimiento-y-el-barroco.html
En ese sentido, según mi apreciación, y de acuerdo a lo expresado por Wellek, en cuanto al problema de enmarcar a un autor dentro de un período o estilo determinado, o definir cada período[11], Gacilaso no pareciera encajar en la concepción general del pensamiento renacentista, lo que hace pensar ( y constituye una disgregación de mi parte) con relación a si Gacilaso, que indiscutiblemente es del Renacimiento, no fue más bien un adelantado, que lo acerca más al Barroco. Tal apreciación proviene de lo que hemos venido diciendo sobre el barroco, de manera reiterada por Wellek. También es importante lo que al respecto dice H. Hatzfeld: “Es sabido que las nociones ideológicas sobre la vida correspondientes a una determinada época se manifiestan de modo análogo en los motivos literarios y plásticos: las formas internas de cultura, conceptuales y fundamentales, se exteriorizan a través de medios diferentes, pero con recursos estilísticos similares, desde el momento en que las humanas actitudes y las respuestas simbólicas a los misterios de la vida han de encarnar necesariamente en signos verbales e iconográficos paralelos” (Hatzfeld: 108), lo cual concuerda con lo dicho por Wellek.
Es importante, entonces, también considerar, digamos “la vigencia” de ese espíritu en nuestra época; tal apreciación proviene de una sensación de paralelismo con la inconsistencia del mundo actual, la desesperanza, la melancolía, y en fin, por la sensación de abandono; lo que significaría que el espíritu barroco corresponde más que a una época, a una visión del mundo en el que cada quien vive, y que como en el pasado, sirve para justificar cierta sensibilidad artística que mitigue las tristezas de la vida, y principalmente, el horror de la muerte y la certeza de lo ínfimo del ser.Fuente:
http://reflexionesliterarias-odisea.blogspot.com/2007/02/el-renacimiento-y-el-barroco.html
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