lunes, 15 de agosto de 2011

MAURICIO DE LA PARRA EN LA MEMORIA TEATRAL LATINOAMERICANA



Conocí a Mauricio De La Parra en el verano del 2009, los primeros días del año en el marco del Festival Internacional de Teatro Zicosur en Antofagasta, Chile. Desde el primer instante, allí con la brisa corriendo por el Anfiteatro del Parque Croata pude percibir que se trataba de un hombre de fuertes convicciones y mano caliente. En esa oportunidad se abría el telón ante la primera noche del festival que con tanto esfuerzo y cariño -año a año- dirigen Angel Lathus y su esposa Teresa Ramos.

“Ahora todos mis amigos son calles” y “La casa de Dios” son los montajes, cuya dirección teatral he podido apreciar. En sus líneas directrices se expresa su profunda humanidad, la apuesta por aquellos valores sustanciales como la justicia, la verdad y la solidaridad. Imaginación, memoria y versatilidad son las claves de ambos espectáculos.

Padre de los Temporales Teatrales de Puerto Montt -como es reconocido en su tierra- Mauricio De La Parra fue un hombre cuyo aporte a la cultura latinoamericana es innegable. Es una presencia que siempre nos hará falta. Es una fuerza que alentará nuestra lucha por el teatro, por la vida y por la esperanza.

Recorrimos juntos varios lugares de Antofagasta y luego de su querido Puerto Montt, conversamos incansablemente de teatro, de política, de los duros años de la resistencia a la dictadura y de nuestro gran sueño por una Latinoamérica unida y próspera, donde sus creadores tengan la oportunidad de desarrollar el arte a los cuatro vientos, llevando cultura y belleza a todos los confines.

Ahora, en los amigos eternos Rodrigo, Gabriela y en su amada Paulina, pero sobre todo en las nuevas generaciones de teatristas, que de seguro continuarán abriendo las puertas del sur de Chile al teatro, allí lo veremos siempre. Cada vez que se eleve el telón de Los temporales Teatrales de Puerto Montt, Mauricio De La Parra estará presente.




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